Crítica: Benjamin Bayl dirige «Las bodas de Fígaro» en el Teatro Campoamor de Oviedo al frente de la OSPA

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CON PERSPECTIVA SIN MÉTRICA

Por Aurelio M. Seco
Oviedo. 15/11/2015. Temporada de Ópera de Oviedo.  Mozart: Le nozze di Figaro. David Menéndez, Amanda Majeski, Ainhoa Garmendia, Joan Martín-Royo, Roxana Constantinescu, Begoña Alberdi, Felipe Bou, Jon Plazaola, Pablo García-López, Elisandra Meilán, Ricardo Seguel. Dirección musical: Benjamin Bayl. Dirección de escena: Guy Joosten. Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Coro de la Ópera de Oviedo.

   Se estrenó el tercer título de la Temporada de Ópera de Oviedo con una bonita producción ideada por Guy Joosten, un elenco de cantantes de interés que dejó una coherente y esforzada versión lírica de la obra de Mozart, y una discreta labor de dirección musical de Benjamin Bayl al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias.

   La producción se dejó ver a gusto, debido sobre todo a una atractiva escenografía, inteligentemente planteada, a través de una gran galería diseñada con una llamativa profundidad de perspectiva que sirvió para encuadrar con acierto la escena. Respecto a la dirección de los cantantes, nos pareció demasiado inquieta, con lecturas a veces rebuscadas que no eran necesarias y que obligaban a los artistas a estar continuamente en movimiento, lo que resultó excesivo e incluso incómodo para ellos y su línea de canto, en ocasiones un tanto fatigada o desdibujada por el maratón a que estaban sometidos. Tampoco hacía falta situar a los cantantes al fondo del escenario tantas veces. Al hacerlo se dejó ver el truco de la perspectiva y, además, a nivel vocal, se generó un espacio incómodo entre la orquesta y la voz, que evitó el natural empaste que se debe buscar entre línea de canto y acompañamiento. Es algo que se hizo evidente en la aparición de La Condesa, al principio del segundo acto. En el lado positivo estuvo la acertada vis cómica del director de escena, que dejó momentos y caracterizaciones divertidas, entre ellas, la salida de Cherubino del aposento de la Condesa, con espectacular caída incluida, o la impagable caracterización de Antonio, el jardinero, empeñado en entrar con sus macetas por una puerta por la que no cabía. Un gran trabajo el realizado por Ricardo Seguel en el papel. La caracterización de Don Basilio como uno de los dos famosos gemelos del cómic Tintín, Hernández y Fernández, no funcionó.

   Aunque en general echamos en falta voces de mayor importancia, en el reparto predominó la generosidad vocal y la versión se ofreció dentro de un buen nivel lírico. David Menéndez, que a finales de este mes protagonizará la zarzuela La del manojo de rosas en Bogotá, en la celebrada producción de Emilio Sagi, estuvo afortunado caracterizando al Conde de Almaviva. Todo en su interpretación dejó traslucir un gran trabajo de fondo respecto a la psicología del personaje, que resultó acertado y estuvo llevado siempre por el buen tono de una voz carismática y noble de necesidad. Seguramente, Menéndez era muy consciente de la gran responsabilidad que suponía hacer este papel tan importante en Oviedo, su casa. Quizás por ello su versión resultó elegante y generosa.

   La más aplaudida del reparto fue Roxana Constantinescu, que encarnó a Cherubino con especial acierto. Todo sobre la escena estuvo bien planteado y nos recordó con claridad lo más propio de ese personaje mágico trazado en su día con inusual talento por Da Ponte y Mozart. Incluso dejó el momento lírico más bello de la noche al cantar el aria «Voi che sapete», uno de los fragmentos más bellos jamás escritos, que además estuvo bien interpretado por la mezzo. No obstante, no era necesario un contraste dinámico tan acusado para ofrecer lo mejor del aria. Esta falta de naturalidad en el canto la notamos, en general, en toda la obra, como una perspectiva de fondo del director musical.

   A veces, los recitados nos parecieron demasiado hablados. Fue el caso de Joan Martín-Royo, que interpretó a Fígaro con verdadera dedicación, pero carente de la voz y carisma que creemos debe poseer el personaje. Amanda Majeski interpretó el papel de Condesa desde la elegancia escénica y vocal inherente al personaje. Su línea de canto se mostró siempre dentro de un alto nivel canoro, si bien algo frío y calculado. Nos gustó la participación de Ainhoa Garmendia, en un papel, el de Susana, muy difícil de asumir, por su multitud de registros. Fue la suya una notable caracterización. También resultó interesante observar la de Felipe Bou como Bartolo, aunque el diseño de su personaje nos pareciera excesivamente dramatizado. Tampoco pudimos oír su voz tan claramente como en otras ocasiones. Jon Plazaola fue un convincente Basilio en lo vocal. Elisandra Melián nos pareció una Barbarina deliciosa, en la verdadera línea del personaje, Begoña Alberdi una brillante Marcellina y  Pablo García-López,  un carismático Don Curzio. Buen trabajo del Coro de la Ópera.

   Seguramente influido por las corrientes interpretativas que usan instrumentos antiguos, Benjamin Bayl exigió de la OSPA un sonido plano y cortado, no demasiado atractivo y con tendencia al destemple –sobre todo en la segunda parte-. La versión resultó un tanto anodina desde el punto de vista sonoro, e inestable a la hora de acompañar a los cantantes y de encontrar el verdadero carácter de la partitura. Creemos que se podría haber sacado mucho más partido a las posibilidades de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Bayl no dio la impresión de buscar la musicalidad de esta obra maestra desde la naturalidad, sino más bien desde la rapidez derivada de un estilo que no parecía controlar tan bien como otros especialistas del género, véase Andrea Marcon. Principios parecidos hemos visto usar en el Campoamor a directores como el asturiano Pablo González –que además estaba en el teatro el día del estreno-, pero dentro de un nivel de exigencia sonoro más elevado y de mayor interés estético. Resultó admirable observar al director realizar él mismo la parte del clave, aunque en general echamos en falta una intencionalidad más clara y efectiva en su versión.

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